lunes, 17 de mayo de 2010

1.4 EL TEATRO LORQUIANO

El teatro de García Lorca, junto con el de Valle-Inclán, es el de mayor importancia escrito en el siglo XX. Su teatro critica los problemas de la sociedad, de la vida diaria y gira en torno a símbolos como la sangre, el cuchillo o la rosa. Sobre Lorca influyen también el drama modernista (uso del verso) y el teatro calderoniano (desmesura trágica). Las obras de Lorca pueden estar agrupadas en cuatro géneros: farsas, comedias, tragedias y dramas.
1. Farsas. Se distinguen dos clases: a) Farsas para guiñol -> Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita (1922). B) Farsas -> La zapatera prodigiosa (1930-1933).
2. Comedias. Imposibles según la calificación del autor. Aquí se anulan los acuerdos del teatro realista.
3. Tragedias. Como Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934). Formaban parte de una trilogía inacabada. En prosa y verso. El escenario de estas obras es la Andalucía mítica, con el menor número de personajes posibles.
4. Dramas. Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba se ciñen al patrón del denominado drama burgués. Se dramatiza al mundo de la burguesía urbana, habiendo en ellas ambientes más realistas que el de las tragedias y habiendo mucha preocupación social.

La novedad y lo nuevo son encajados en tiempos inimaginables. Es patente la voluntad de originalidad y su lógica consecuencia: el experimentalismo.
Lorca era consciente de la renovación que hacia ver su teatro, ya que escribe un teatro modernista y poético, y así declaraba en 1936:
“Tengo un concepto del teatro en cierta forma personal y resistente. El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vea los huesos, la sangre. Han de ser tan humanos, tan horrorosamente trágicos y ligados a la vida y al día con una fuerza tal, que muestren sus traiciones, que se aprecien sus olores y que salga a los labios toda la valentía de sus palabras llenas de amor o de ascos. Lo que no puede continuar es la supervivencia de los personajes dramáticos que hoy suben a los escenarios […]. Son personajes huecos, vacíos totalmente, a los que sólo es posible ver a través del chaleco un reloj parado, un hueso falso o una caca de gato de ésas que hay en los desvanes.”
De estas declaraciones se puede deducir que por el teatro poético, Lorca entiende los problemas de la sociedad.
“En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas. Particularmente yo tengo un ansia verdadera por comunicarme con los demás. Por eso llamé a las puertas del teatro y al teatro consagro toda mi sensibilidad […] Sé que la poesía eleva […] Pero el dolor del hombre y la injusticia constante que mana del mundo, y mi propio cuerpo y mi propio pensamiento, me evitan trasladar mi casa a las estrellas.”
Lorca tiene el teatro como un espectáculo total, en el que el texto lo es todo y va acompañado de otros componentes: corporalidad y los gestos de los actores y actrices, la música, la danza, la escenografía…
“No voy a levantar el telón para alegrar al público con un juego de palabras, ni con un panorama donde e vea una casa en la que nada ocurre y adonde dirige el teatro sus luces para entretener y haceros creer que la vida es eso. No. El poeta, con todos sus cinco sentidos en perfecto estado de salud, va a tener, no el gusto, sino el entretenimiento de enseñaros esta noche un pequeño rincón de la realidad. Venís al teatro con el afán único de divertíos y tenéis autores a los que pagáis, y es
muy justo, pero hoy el poeta os hace una encerrona porque quiere y aspira a conmover vuestros corazones enseñando las cosas que no queréis ver, gritando las simplísimas verdades que no queréis oír.
¡Ja, ja, ja, ja! Diréis que esto es un sermón. Y bien, ¿es que es feo un sermón? Casi todos los que me oyen han dado un portazo y han salido de casa dejando a su padre o a su madre en un momento en que por su bien les reñían, y en ese instante dirían todo lo que tienen, hasta los ojos, por volver a oír las dulces voces desaparecidas. Lo mismo ahora. Pero ver la realidad es difícil. Y enseñarla, mucho más. Es predicar en desierto. Pero no importa. Sobre todo a vosotros, gentes de la ciudad, que vivís en la más pobre y triste de las fantasías. Todo lo que hacéis es buscar caminos para no enteraros de nada. Cuando suena el viento, para no entender lo que dice tocáis la pianola; para no ver el inmenso torrente de lágrimas que nos rodea cubrís de encajes las ventanas; para poder dormir tranquilos y callar el perenne grillo de la conciencia inventáis las casas de la caridad.”
Aunque Lorca trabajaba muy bien con las novedades, sus obras también están llenas de elementos tradicionales, los cuales demuestran su inmensa cultura literaria. Va estar influido por la corriente del neopopularismo el cual se caracteriza por el empleo de composiciones breves, de verso corto, algunas con estribillo, y cargadas de intensidad lírica gracias a las repeticiones, los paralelismos y la eliminación de elementos superficiales como se puede ver en el Romance sonámbulo:

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

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